Bebés arco iris




Durante estos días escuché por primera vez el término "bebés arco iris". Hacen referencia a los bebés que llegan después de la tormenta de un aborto... ¡Qué deciros! Después de un aborto todos los bebés de una madre son bebés arco iris. Después de un aborto valoras el milagro de cada día desde el momento inicial, porque sabes de sobra que nada, absolutamente nada, está en nuestras manos.

María, Guadalupe, Blanca y Juanito son los bebés, mis bebés, de los que me acuerdo todos los días, que me hicieron valorar el milagro de cada latido, porque así supe que no vendrían a su cunita: no había latido... Palabras que, traducidas, significaban que no os podría consolar, besar, haceros reír, veros en casa con vuestros hermanos; que mi mesa de Nochebuena nunca sería completa hasta que todos dejáramos esta tierra y nos viéramos reunidos en el Cielo. Que sería justo después de comulgar cuando os pudiera sentir un poquito cerca, acurrucados entre papá y mamá.

Deciros que los días que estuvisteis conmigo merecieron la pena. Que cada parto vuestro me daba la satisfacción de pensar que hacía algo por vosotros. María, te quedaste de hermana mayor en el cielo; eres la que Ella eligió para recibirnos a todos. Guadalupe, estábamos taaan sincronizadas desde el principio, que sabía que te ibas a ir. Blanca, renacuaja, ¡qué ganas tenía de verte! Y, Juanito, ¡cómo me costó renunciar a ti!

Sé que sabéis que me encanta ver vuestros nombres escritos con los del resto de la familia detrás de la imagen de Ella, la que está colgada en el comedor, para que sigamos sus pasos y nos abra las puertas del Cielo, donde vosotros ya estáis.

Porque algo que quiero dejar claro es que el limbo no es dogma de fe (dogma de fe es lo que los católicos tenemos que creer). Sí lo son el Cielo, el Infierno y el Purgatorio, pero no el limbo.

El tema del limbo de los niños tiene una importancia enorme, sobre todo para los millones de padres de familia que han visto morir a un hijo muy pequeño (antes o después de nacer) sin haberle podido ofrecer el don del bautismo. Para profundizar en este tema, fue publicado en la primavera de 2007 un documento de la Comisión Teológica Internacional titulado "La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo". El documento había sido discutido por dicha comisión después de dos reuniones generales, en 2005 y 2006. Posteriormente, el Cardenal William Levada, presidente de la comisión, aprobó la publicación del texto con el consentimiento del Papa Benedicto XVI (Catolic.net). Desde que perdí a mis bebés, me pareció terrible la idea del limbo, y este documento apaciguó todas mis dudas, algo que siempre tendré que agradecer a Benedicto XVI.

Y ahora quiero deciros, a los que tenéis a alguien cercano intentando superar este tipo de pérdida, que el duelo hay que pasarlo, que es un dolor real. Hemos perdido a un hijo real, que estaba vivo y ha muerto. No es un amor platónico... y lleva tiempo. La frase que más me consoló fue la que me dijo Pi: "Hacía falta un alma en el cielo y la pidieron en tu casa". Nada me reconforto más que ver lo productiva que era mi renuncia "forzosa" a conoceros.

María, Guadalupe, Blanca y Juan: sólo os mando tres cosas:
- Interceder por nosotros; tenemos que estar todos juntos en el Cielo, que no falte ninguno.
- Ayudar mucho a la Virgen.
- Disfrutar del Cielo.

A los que me estáis leyendo y habéis perdido a un bebé, os dejo una recomendación: una peli que os va a encantar: El cielo es real (Heaven is for real).

Si conocéis a algún chiquitín que cogió el atajo hasta el Cielo, pedidle ayuda para lo que necesitéis, que os estará escuchando. Si no conocéis a ninguno, pedídselo a alguno de los míos: sé que os ayudarán encantados. Why not?

Comentarios

  1. Qué bonito el post Mar se me saltan las lágrimas

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  2. Qué emocionante. Yo también tengo a la mayor en el cielo. Pudimos bautizarla, vivió un mes y medio. Gracias por compartir tu dolor y tu esperanza.

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